El 23 de noviembre de 2009 se efectuó en el MNAE la ceremonia conmemorativa de la llegada de los Douglas B-26 “Invader” a nuestro país. Esta hermosa iniciativa estuvo patrocinada por el Instituto de Investigaciones Histórico-Aeronáuticas de Chile (IIHACh) con el apoyo directo de algunos socios investigadores.
Linea de vuelo en Cerro Moreno, marzo de 1958, resalta con su insignia el B-26C Nº 819 apodado "El Jote".
GENESIS
El arribo de los primeros ocho aparatos a la base aérea de Cerro Moreno se verificó el 15 de noviembre de 1954 como quedó establecido en el Informe de Memoria Anual de la Misión Aérea Norteamericana (M.A.N.A.) correspondiente a ese año. Con posterioridad (3 de diciembre) se recibieron otros dos aviones, completándose así la cuota de diez asignada por el P.A.M.
Estos primeros B-26 eran todos modelo “C” vale decir con nariz transparente de plexiglás, configuración que permitía la instalación de la mira NORDEN para el bombardeo desde alturas medias. Los nuevos aviones fueron asignados al Grupo de Aviación Nº 8 asentado en Cerro Moreno, emplazamiento que por esa época comenzaba a llenarse de vida, crecimiento y actividad aérea.
Con posterioridad el Grupo 8 recibió tres remesas adicionales (1957, 1958 y 1960), con las cuales la FACh completó un total nominal de 38 unidades. En dichos envíos posteriores, también fueron recepcionados algunos Invader modelo TB-26B, de nariz sólida, siendo estos últimos aparatos de doble comando para entrenamiento y/o remolcadores de blancos, los cuales fueron más conocidos como “Mangueros”.
Ahora bien, es necesario precisar que antes de la llegada de los B-26, el Grupo 8 operaba en la Base Aérea de Quintero desde octubre de 1947 (inicialmente como Grupo de Bombardeo Pesado Nº 1), fecha en la cual se incorporaron a la FACh 11 bombarderos B-25J “Mitchell”. Más, al producirse la recepción de los B-26 en Cerro Moreno tan solo quedaban en servicio 3 B-25 los cuales también fueron trasladados hacia el norte, cumpliendo por breve tiempo labores de instrucción y enlace.
En febrero de 1955 se produjo el arribo a Cerro Moreno de un C-54 que traía a la Unidad Móvil de Entrenamiento (MTU) perteneciente al Comando de Entrenamiento Aéreo de la USAF (Air Training Command). Al mando de este equipo de instructores estaba el veterano de Corea capitán Ruben Arnold, quienes iniciaron prontamente cursos de mecánica, armamento y electricidad a la dotación de oficiales y suboficiales que se harían cargo de la operación de los nuevos bombarderos. En paralelo se encontraban ya en la base los comandantes de escuadrilla Edilio del Campo, Roberto Araos y el capitán de bandada Antón Bakx, oficiales quienes habían efectuado los cursos de vuelo y de combate en Estados Unidos (Vance AFB) y que ahora en calidad de Instructores iniciaban los cursos respectivos a 17 oficiales incluyendo al comandante del Grupo 8, Don Carlos Emilio Guerraty Villalobos.
La culminación de todo ese disciplinado esfuerzo se llevó a cabo el 28 de mayo de 1955 (diez días antes de lo planificado) con la entrega de certificados, ceremonia solemne que contó con la presencia del entonces Comandante en Jefe de la FACh General Armando Ortiz R.
Tres días después de la memorable ocasión, el capitán Arnold y sus hombres remontaron el vuelo hacia Colombia para realizar idéntica misión ya que ese país también comenzaba a recibir aviones B-26. El broche de oro para el referido primer curso y en particular para el año 1955 fue el vuelo en formación de los 10 bombarderos hasta la capital y su subsiguiente y formidable presentación sobre la elipse del Parque Cousiño con motivo del tradicional homenaje a las Glorias del Ejército Chileno.
Los Cerrillos, 19 de septiembre de 1955, sgto. 2º (mec) Emilio Villarroel O. y sgto. 1º (rad) Juan Montenegro H.
Al año siguiente (1956) el Alto Mando dispuso la realización del primer vuelo de largo alcance o raid hacia la zona austral, de manera de probar las capacidades técnicas de los aviones y el grado de alistamiento de pilotos y mecánicos. Dicha misión se cumplió a cabalidad a fines de noviembre, lance en el cual el mismo comandante Guerraty lideró la formación de 7 bombarderos que volaron hasta Punta Arenas, haciendo escala en Los Cerrillos. El regreso hasta Cerro Moreno requirió de un sacrificio extra, ya que se realizó en vuelo directo, empleando los estanques auxiliares instalados en la bodega porta bombas (tipo Ferry de 675 Galones). La travesía les tomó nueve y media largas horas de vuelo, pero que –como contrapartida- demostró el alto grado de preparación y respuesta de todo el personal del Grupo Nº 8.
El 3 de septiembre de 1957 la orgullosa unidad se tiñó de luto y gloria a un mismo tiempo; se produce el primer accidente fatal tras incendiarse y estrellarse el Invader 826. Los aviadores mártires de esta tragedia fueron el subteniente John Wall y el mecánico cabo Domingo García. Después del aterrizaje de emergencia, el subteniente Wall, quien al percatarse de la ausencia de su camarada regresó al siniestrado avión para rescatarlo, desinteresada decisión que le costaría la vida al estallar el bimotor. En atención a esta singular e impávida actuación la FACh le entregó merecidamente, en forma póstuma, la “Medalla al Valor”.
En agosto 1958 se producen los extremadamente conflictivos sucesos del “Islote Snipe”, dicha situación determinó que el Grupo 8 y sus Invader debieron asumir el reto a nuestra soberanía y el envío inmediato a Punta Arenas de diferentes y múltiples bandadas de B-26. Así, gracias a la permanente presencia de los Invader en el área comprometida se ejerció una gran acción disuasiva que sin duda alguna influyó en el positivo desenlace del delicado incidente.
Base Aérea de Chabunco, septiembre de 1958. |
REFUERZO DE ALAS y EL CAMBIO DE ROL
El año 1963 trajo cierto grado de alarma al Grupo 8 ya que informes de campo, provenientes de Vietnam, indicaban que algunos B-26 habían sufrido el desprendimiento de parte de las alas durante misiones y que el análisis de los restos apuntaba a fatigas de material. Por esta razón los Invader chilenos acogiéndose al programa “Wing Spar” debieron ser enviados en vuelo hasta la base Albrook en Panamá para reforzar sus alas, específicamente sus dos vigas que soportan toda la carga alar de estos aviones.
Esta misión se inició el 14 de diciembre de 1964 con el despegue de la primera bandada la que estuvo liderada por el comandante de grupo Roberto Araos T., concluyendo a principios de septiembre de 1965 cuando regresaron a nuestro país los últimos aviones, de un total de 18, que fueron reacondicionados bajo este proyecto, estando el Grupo 8 ahora a cargo del comandante Eduardo Sepúlveda M.
En marzo de 1966 se dio comienzo a la aplicación del proyecto “Gun Nose” dirigido por el ingeniero comandante de escuadrilla Agustín Beltrami V., quien estuvo asesorado por tres consejeros norteamericanos.
El objetivo era el de modificar la capacidad de fuego artillero de los B-26 instalando una nariz sólida con 6 ametralladoras calibre 50 en la proa, pero suprimiendo las torrecillas ventral y dorsal. Cabe señalar que la flota de Invader en esa época estaba constituida por 17 aparatos, pero los estadounidenses suplementaron kits para modificar solamente 8. Este proyecto concluyo los primeros meses de 1968, debido a que también se efectuó una completa renovación y mejora en la parte eléctrica e instrumental de toda la flota, además de transformar un avión a doble comando y otro en manguero.
Los efectos de la corrosión y la falta de repuestos debido a la ausencia de apoyo del P.A.M., determinaron el retiro del servicio de estos nobles aviones. De tal modo, el 31 de enero de 1973 se dieron de baja los últimos 5 Invader sobrevivientes del otrora poderoso Grupo Nº 8. Aún así, el último vuelo oficial de estos aviones se verificó el 21 de marzo de ese mismo año, con ocasión del 43º aniversario de la FACh. En la oportunidad, una bandada de tres B-26 que incluyó al Nº 840, y que hoy forma parte de la colección del museo, sobrevolaron la base de Cerro Moreno en despedida a sus gloriosos años de servicios en la FACh.
Último vuelo oficial de los B-26, Cerro Moreno, marzo de 1973. |
Terminada la ceremonia los B-26 Nº 840, 842, 846 y 849 los cuales aun tenían algunas horas remanentes fueron traídos en vuelo en dos grupos a la base aérea de El Bosque. En ambos viajes -realizados el 21 y 25 de marzo- los elementos fueron liderados por el comandante de escuadrilla Carlos Espinace B. Uno de ellos se entregó a la Escuela de Aviación, otro fue dejado en el Ala de Mantenimiento y los dos restantes se entregaron a la Escuela de Especialidades para servir de ayuda a la instrucción de alumnos.
Sin embargo, seis meses después la severa contingencia política y social en la que estaba envuelto nuestro país, determinó nuevamente llamar desde su bien ganado retiro a los veteranos bimotores. Entre septiembre de 1973 y principios de enero de 1974 los B-26 Nº 840 y 846 realizaron vuelos de patrullaje y control del espacio aéreo, desplazándose tan al norte como La Serena y por el sur hasta alcanzar la ciudad de Concepción.
Tras 18 años de operación en Chile, 10 oficiales y 9 suboficiales dieron generosamente sus vidas tripulando un Douglas B-26. A todos esos tripulantes de aire y tierra, a los que ya han partido al Valhala y a quienes aún existiendo entre nosotros viven el triste olvido, estuvo dedicada esta conmemoración de la llegada de los B-26.
Finalmente ofrecemos un breve detalle de la ceremonia.
Esta estuvo presidida por Don Sergio Barriga K. (presidente del IIHACh) y contó con la presencia del General de Aviación Don Jorge Rojas A. en representación del Alto Mando de la FACh y del Director del MNAE General de Aviación Don Ricardo Gutiérrez A.
Honraron el acto con su presencia los ex comandantes en jefe de la FACh Generales Carlos Guerraty V., Ramón Vega H. y Fernando Rojas V.
También asistieron varios ex-pilotos y tripulantes que sirvieron con el Invader; delegaciones de la Escuela de Aviación, Escuela de Especialidades, Agrupación Escuadrilla Mitchell y del Círculo de Amigos de Cerro Moreno.
Tras las palabras iniciales del presidente, tuvo lugar la emotiva entrega de una bitácora de vuelo de Invader genuina al MNAE. Enseguida vino la alocución del comandante Armando Ruiz T. uno de los últimos pilotos en volar B-26 en Chile. El broche final fue la presentación de la reseña histórica (preparada por los socios Danilo Villarroel C. y Anselmo Aguilar U.) compuesta por la lectura de los hechos ya presentados más arriba hecha por su colega Don Esteban Cornejo C., y por una proyección fotográfica simultánea en formato PowerPoint (tomada de los archivos del socio Sr. Villarroel), que deleitó a los presentes.
Aviadores; Hermosilla, Michea, Arnés, Villarroel y Caballero. |
Aviadores; Lagos, San Martin y General Gutiérrez. |
25 de enero de 2010.
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