Autorizado aterrizaje!

Publicación profesional sin fines de lucro, orientada a difundir la historia aeronáutica de Chile, tanto militar como civil. Complementariamente a tratar temas afines tales como; armamento aéreo, aviónica, conmemoraciones, anécdotas, etc.

jueves, 6 de octubre de 2011

LA DESAPARICIÓN DEL CASA 212 FAP Nº 215



Por Anselmo Aguilar U.
El reciente accidente del bimotor CASA 212-300 FACh Nº 966 ocurrido en el archipiélago de Juan Fernández, nos ha traído a la memoria el paso por los cielos chilenos de otro avión del mismo tipo, perteneciente a la Fuerza Aérea Panameña (FAP) y cuyo destino final fue muy parecido al FACh 966; se trata del CASA 212-200 FAP Nº 215, esta es su historia la cual vivimos muy de cerca.

Corría el mes de enero de 1988 y el personal de la Empresa Nacional de Aeronáutica de Chile (ENAER) se aprestaba afanosamente a cumplir una misión que las alas chilenas no efectuaban desde hacía 56 años:
entregar a sus nuevos dueños de alguna nación del norte, aeronaves producidas en nuestro país” (necesariamente del norte, ¡un flujo de aeronaves nuevas inverso del habitual!).
En ese ya lejano pasado se trató de una partida de biplanos Curtiss Falcon construidos en la fábrica Curtiss-Wright que funcionó un corto tiempo en Los Cerrillos y que posteriormente fueron entregados a sus nuevos dueños en Brasil.
Ahora la misión consistía en trasladar en vuelo una bandada de cuatro aviones T-35D “Pillán” de entrenamiento, los cuales se incorporaban al recién creado 3º Escuadrón de Entrenamiento y Ataque de la Fuerza Aérea Panameña, la que por primera vez en su historia incluía entrenadores de este tipo, estando su inventario formado principalmente por aviones de transporte, aviación general y alas rotatorias.
Durante el último trimestre de 1987 se trasladó a Chile un grupo de oficiales pilotos, ingenieros, además de personal de mecánicos de la FAP para tomar posesión de sus nuevas adquisiciones: Los T-35D FAP Nº 020, 021, 022 y 023 los que con una hermosa librea blanco y naranja, se transformaron en una visión habitual sobre los cielos de la Base Aérea de El Bosque.
La instrucción de seis oficiales pilotos de la FAP la efectuaron instructores de la FACh asignados a Operaciones de Vuelo de ENAER, dando pábulo a simpáticas anécdotas que más adelante narraremos.
Los Pillán en vuelo hacia su destino Panamá.
Al aproximarse la fecha de la partida de la bandada (los nuevos aviones debían estar en la base Aérea de Tocumen en la ciudad de Panamá, a tiempo para la celebración del 19º aniversario de la FAP el 17 de enero de 1988) arribó a El Bosque el avión de transporte CASA C-212-200 “Aviocar” N° FAP 215, c/n 237, (cuyo primer vuelo lo había efectuado casi seis años antes, el 16 de marzo de 1982). Esta aeronave traía un curioso “nose art”, tratándose de un avión militar: era una imagen del rostro de Cristo, llamado “El Cristo Peregrino” el cual se puede observar en las fotos que acompañan el artículo. La misión de este aparato era trasladar al personal técnico de la FAP comisionado en Chile, a una delegación de personal de asesores técnico-docentes de dotación de ENAER que comprendía al capitán de bandada (I) Sr. Guillermo Gallardo, al Suboficial Mayor mecánico tripulante Sr. Eduardo Ruiz y al Ingeniero Civil Electricista Sr. Anselmo Aguilar (el autor) más una cantidad de repuestos y otros insumos necesarios para la operación de los aviones. La delegación de ENAER la completaba el capitán de bandada (A) Sr. Arturo Silva, en su calidad de instructor de vuelo y piloto de T-35 en el vuelo ferry a Panamá más el caballeroso oficial capitán de bandada (A) Sr. Francisco Izquierdo, quien se trasladaría directamente a Panamá desde una comisión en Europa, en donde realizó vuelos de demostración de uno de los Pillán de ENAER. (El capitán Izquierdo falleció en un accidente de aviación a los mandos de uno de los prototipos del avión Ñamcu).
El vuelo del FAP 215 se inició en la mañana del 14 de enero desde la Base Aérea El Bosque, al mando del capitán de reserva aérea de Panamá Sr. Guevara y un teniente de la reserva, cuyo apellido no recuerdo pero era apodado “civilote” dada su condición de piloto civil de pequeñas líneas aéreas regionales (al igual que el capitán Guevara) y que cumplía dos meses anuales de servicio en la FAP. Ambos eran unos verdaderos personajes salidos de una novela del realismo mágico. El capitán Guevara tan pronto se subía al avión se calaba una chupalla de campesino, introducía las frecuencias de las estaciones VOR y ADF de la ruta y comenzaba su navegación….y así por toda la costa del pacifico de América del sur hasta llegar a la base aérea de Tocumen en la ciudad de Panamá.
CASA 212 FAP Nº 215 denominado "El Cristo Peregrino".
El primer día se llegó hasta Arica, con escalas de reabastecimiento en La Serena y Antofagasta. El Segundo día se voló a Lima y Trujillo, Perú. El tercer día se aterrizó en Guayaquil, en donde se cargó combustible en tambores para el último reabastecimiento con bomba manual de los Pillán, en la última escala del vuelo en el aeródromo de Esmeraldas, en Ecuador. En este lugar ocurrió un hecho anecdótico de importancia para la historia narrada. Al final de este tercer día de ensueño para un spotter de los 80 como lo era yo, mi fiel Minolta había tragado ávidamente todos los rollos de 35 mm. que disponía ¡para toda la comisión!. La ventanita de la cámara indicaba que quedaba la última foto de mi último rollo y con la preciosa luz del atardecer del pacífico ecuatoriano, me dispuse a retratar a nuestra fiel montura, el Cristo Peregrino, que nos había traído hasta aquí sin novedad, junto a su tripulación. Habiendo terminado la faena de carga de combustible de los Pillán llamé a todos para que posaran para una “última foto”. Al oír esto el capitán Guevara reaccionó muy molesto diciéndome: “No me venga con esa guevazón de la última foto” y se retiró indignado. No le di mucha importancia y tomé la dichosa foto.
La última etapa del vuelo se hizo de noche sobre el Océano Pacífico entre Esmeraldas y el aeropuerto de Tocumen en ciudad de Panamá. Considerando que el último reabastecimiento del FAP 215 se había efectuado en Guayaquil, llegamos con el combustible de reserva a Panamá, en la madrugada del día en que, como ya dijimos, se celebraba el día de la Fuerza Aérea Panameña.
La celebración fue opacada por el accidente fatal de un paracaidista que el día anterior practicaba un salto colectivo sobre Tocumen. Sin embargo, la llegada de los Pillán le dio brillo a la celebración. Comenzaron a pasar los días entre clases al personal encargado de la operación y mantenimiento de los nuevos aviones, paseos por la ciudad y los alrededores y el disfrute de la maravillosa amabilidad de nuestros colegas panameños.
Así llegó el 31 de enero de 1988. La rutina comenzaba con trabajos programados en la línea de vuelo de los Pillán, efectuados a primera hora de la mañana antes de que el calor tropical arreciara. En eso se acerca a nosotros un caballeroso oficial panameño, oficial a cargo de las relaciones públicas de la FAP, piloto de transportes y gran amigo de Chile, ya que hacía muy poco se había realizado en nuestro país la Conferencia de los Jefes de las Fuerzas Aéreas Americanas, CONJEFAMER y el había sido el secretario. Nos comentó que ese día le correspondía hacer un vuelo a un aeródromo ubicado en la selva del Darién, cercano a la frontera con Colombia, con el fin de efectuar el relevo del destacamento militar asignado a ese lugar. Para ello utilizaría a nuestro conocido FAP 215. Lo acompañaba un cabo de la FAP que estaba haciendo su curso de piloto privado en una academia de vuelo particular, quién cumpliría la función de copiloto de la aeronave. Me apresuré a preparar mi cámara para captar al Cristo Peregrino en el despegue desde la pista adyacente al lugar donde estábamos trabajando. Pronto el FAP 215 despegó, apunté mi cámara y….nada pasó, a pesar de tener rollo nuevo, baterías nuevas, modo automático, algo pasó y la foto no fue tomada.
Continuamos nuestras actividades diarias hasta que nos golpeó la noticia de que el FAP 215 se encontraba desaparecido. Después de despegar de Tocumen, se dirigió a un aeródromo militar donde subieron 14 pasajeros, entre ellos los soldados que cumplirían el relevo en el puesto selvático de la frontera y algunos de sus familiares, esposas e hijos, incluida una niña de 10 años. Contando a la tripulación eran un total de 16 personas abordo. El plan de vuelo declarado incluía condiciones VFR, pero ya sobre el Darién, se declaró una tormenta tropical que obligó a la tripulación a cambiar a condición IFR. Es lo último que se supo del avión y su tripulación y pasaje.
Al día siguiente se suspendieron las actividades programadas y se dio inicio a una frenética operación de búsqueda y rescate. Los T-35D fueron incorporados a las patrullas de búsqueda y al personal técnico nos asignaron tareas de apoyo al puesto de mando. Se improvisó una pista de aterrizaje en el patio de una escuelita de un pintoresco y paradisíaco poblado de indios Cuna Yala, a orillas del Océano Atlántico. En lo personal me tocó la tarea de habilitar un grupo electrógeno para la operación de las radios del puesto de control. Para llegar a ese lugar tuve la suerte de volar en alguno de los aviones más exóticos que he tripulado: los Britten Norman Islander y Trislander, este último uno de los pocos trimotores en operación en el mundo en ese momento.


Una singular imagen, CASA 212 ECh Nº 215 y al fondo CASA 212 FAP Nº 215.
Pasaron dos semanas y la búsqueda de los restos del avión, tragado por ese mar verde, no arrojaba resultados y el accidente del FACh 966 me recordó al ambiente que se vivía. La desesperanza se apoderaba de los ánimos y el Comandante en Jefe de la FAP, tan pronto recurría a conversar con oficiales de la USAF que habían concurrido en ayuda con uno de sus aviones C-130 con sensores infrarrojos, para detectar los restos bajo la capa vegetal de los árboles, los cuales al caer la aeronave se doblan y luego vuelven a su posición, sepultando al infortunado aparato, como se entrevistaba con una hechicera local que con sus poderes ancestrales, trataba de ubicar el lugar de la catástrofe.
Tuvieron que pasar algunos días más hasta que un avión civil divisó un reflejo que correspondía a restos del avión. Fueron enviados los helicópteros solo para presenciar la dantesca escena de encontrar a todos los pasajeros y tripulantes fallecidos en el interior del fuselaje.
Con el tiempo se ha podido reflexionar que la foto tomada esa tarde en Esmeraldas, bien pudo haber sido la última imagen del FAP N° 215.
Fotografías pertenecientes al autor, consultas dirigirlas al e-mail; anselmo.aguilar@gmail.com